Después de un año entero de trabajo ellos demostraron todo lo que valen encima del escenario. Algunos ya habían experimentado esa sensación de enfrentarse a un público expectante pero, para la mayoría era la primera vez.
Todos teníamos marcado en el calendario una fecha: Sábado 5 de julio. Ese era el día en el que todos mis alumnos iban a mostrar a amigos, familiares y demás personas todo lo que habían aprendido y lo que yo les había ido enseñando. Después de largas horas de ensayo, pruebas de vestuario, charlas interminables y varios ataques de nervios he de decir que todo salió a la perfección. No esperaba menos de ellos. Cada día al entrar en clase y ver ciertas caritas de pánico yo les decía: 'Tranquilos, yo confío en vosotros' y es que estaba segura que iban a demostrar lo bien que bailan sobre las tablas.
Para mí, a nivel personal, era un reto y a la vez un sueño. Era la primera vez que organizaba algo así y en determinados momentos se me quedó grande pero, gracias a la ayuda de determinadas personas que siempre están ahi todo fue más sencillo.
Creo que la mejor parte de todo me la llevé yo, tengo que ser honesta. Ver a todos ellos encima del escenario mostrando mi trabajo a tanta gente, sobre todo, tan felices fue un sueño hecho realidad. Ya no son alumnos son personas que forman parte de mi día a día, que les veo sonreir, que me cuidan cuando lo necesito, me sacan sonrisas el peor día de la semana, que comparten conmigo sus problemas... en definitiva, son amigos.
Creo que las imágenes hablan por sí solas pero a todos ellos GRACIAS por esa sorpresa tan especial con la que me hicisteis la persona más orgullosa y feliz del mundo mundial. ¡Sois los mejores!
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