Solamente estuvimos 4 días pero les intentamos aprovechar al máximo. Yo sobre todo, lo que más disfruté fue el clima. Dejaba un Valladolid lluvioso con temperaturas que no subían de los 12 grados para encontrarme de repente con un sol radiante y lo mejor es que la maleta tenía que ir en consonancia con este tiempo. ¡Un placer sacar mis short, el bikini y las prendas en tonos flúor! Aunque he de reconocer que la vuelta tampoco fue muy dolorosa ya que, por Castilla las temperaturas son cada vez más agradables.
Uno de los motivos por los que decidimos ir a Huelva fue porque, a pesar de haber estado por allí en otra ocasión, no conocíamos El Rocío. El último día le utilizamos para ir a conocer la famosa Aldea, que nos dejó muy sorprendidos. Se trata de un pueblecito muy especial; calles sin asfaltar, todas las casas blancas, tiendas flamencas en cada esquina, terrazas y una Ermita que quita el sentido. Los medios de comunicación no hacen justicia a todo aquello, es mucho más bonito y sentimental en la realidad. Fue el broche perfecto a unos días inolvidables.
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